I.- El problema de la empresa familiar no es un asunto de personas, sino del modelo de gestión que practican, que no permite compatibilizar el negocio con los afectos.
II.- Los sueldos igualitarios (o con insuficiente diferenciación), que se imponen en las empresas familiares son uno de los ingredientes que más daño le hacen a la unidad familiar: * por el efecto desmotivador que provoca el agravio comparativo; * porque no permite pararle los pies a los demonios internos del miembro agraviado; y, sobre todo, * porque implica no reconocer la importancia de la gestión directiva y empresarial.
III.- El peor escenario es no reconocer ni asumir la realidad familiar, porque solo es posible resolver lo que existe. Sin vislumbrar una realidad no es posible gestionarla y, por ende, resolver los problemas que se infieren de la misma, porque el tratamiento es posterior al diagnóstico.
IV.- Una de las grandes confusiones con las que se incurre en el mundo de la empresa familiar, es considerar que la Obra es la familia y no la empresa. Se utiliza la empresa para mejorar el status social de la familia.
V.- La gestión de la empresa familiar comporta un riesgo permanente, porque debe combinar dos ingredientes explosivos, negocio y afecto, aceite y agua. Motivo por el que conviene constituir la sociedad con un pacto permanente de separación amistosa.